Si
bien nuestro país goza con una variedad de
innumerable cultura tradicional, que ha
sido propia del seguimiento mismo de un
legado social, y que conceptualizan las manifestaciones más ricas de nuestra historia.
Siendo
el caso de las diversiones orientales, que en efecto recogen las principales procedencias
a través de la danza, la música y el
teatro en la región oriental principalmente de los estados Anzoátegui, Sucre,
Nueva Esparta y Monagas, donde a lo largo de los años normalmente ha sido costumbre
su festejo en épocas decembrinas y en tales casos en temporadas carnavalescas.
Mayormente estas diversiones, derivan al uso alegórico de figuras animalescas con antiguos
rituales indígenas, siendo uno de los más conocidos como el culto a la culebra.
De igual manera se destaca el hecho de una combinación diferente de factores
como la escenografía, el dramatismo, la vestimenta, los bailadores, el símbolo,
los colores, el escenario, los personajes (donde se pueden nombrar las
guarichas) la indumentaria, entre demás aspectos.
Asimismo
gran parte de estas variaciones demuestras una gran empatía por el hecho del significado connotativa que las mismas representan, entre esas
se pueden nombrar la alegría por una buena pesca, algún fallecimiento de
un ser querido, ganas de pasarla bien, o algún recuerdo de hecho o
acontecimientos vividos. Son algunas de las tantas formas expresivas que estas
manifestaciones transmiten.
Es de mayor recurrencia, observar cada una de
las grandes manifestaciones en el
gran Festival de Diversiones, realizadas
anualmente y con mayor frecuencia en la isla de Coche, donde se ha convertido
en el punto de encuentro de una de las mayores costumbres para el deleite de
todo un público en general.
"El Tamunangue, también conocido como “Son de Negros,
Banda de Negros, Pangué o Baile de Negros”, tiene al menos 400 años de
antigüedad y su nombre proviene del tambor que se utiliza en la interpretación
de los cantos característicos del baile, ´El Tamunango´.
La celebración del Tamunangue gira en torno a la devoción de
San Antonio de Padua, cuya festividad es el 13 de Junio de cada año en las
poblaciones de Curarigua, El Tocuyo, Sanare, Barquisimeto, San Antonio, Carora,
San Miguel, Quibo y otras del estado Lara. El día 12 de Junio se da inicio a la
celebración con el velorio y a la medianoche rompe el Tamunangue.”
Esta expresión popular consta de ocho danzas o
sones conocidos con los nombres de: la batalla, la bella, la juruminga, el
yeyevamos o chichivamos, el poco a poco, la perrendenga, el galerón y el seis
por ocho o seis figuriao.
Cada uno
de estos cantos y bailes son precedidos por:
La Salve
y La Batalla, la cual se ejecuta durante la procesión. Los
cantos típicos de esta expresión reúnen "elementos de poesía castiza con
coplas de contenido venezolano, cortadas por estribillos largos o cortos donde,
en ocasiones, figuran expresiones tales como gritos o formas en registro de
falsete, las cuales se presume podrían ser de procedencia africana."
Los instrumentos que participan en la
interpretación de la música del tamunangue son:
El cuatro, cinco, tiple, tambor y
maracas.
Esta maravillosa expresión cultural consta de varias danzas conocidas
con los nombres de Batalla, La Bella, Yeyevamos o Chichivamos, Juruminga, El Poco a Poco, Perrendenga, Galerón y Seis Figureao.
Es una cultura propia de nuestras raíces ancestrales, que
enmarcan parte de lo que es la música venezolana. Más allá de esto, es la construcción
de una identidad que, desde lo musical aporta parte de nuestras tradiciones contemporáneas.
Este, es Un ritmo generado por los golpes contra el agua y tocado
exclusivamente por mujeres, para producir una relación entre agua y mujer, como
entes creadores de la vida en la Tierra. Si bien estos tambores no constituyen
un instrumento hecho con material alguno, su percusión nace cuando las mujeres
luego de lavar la ropa se bañan y juegan en el río con el agua hasta sus
cinturas y batiendo las palmas de sus manos contracorriente, produciendo
ritmos diferentes para crear melodías. Esta, es una de las tantas culturas que reivindica
la dignidad de las comunidades afro descendientes venezolanas y que con ella se
permite mostrar la realidad de las comunidades negras, descendientes del
cimarronaje de la zona de Barlovento.
Es
por ello, que los tambores repican en el agua, trazan surcos fluyentes que
reconstruyen la memoria colectiva de un país, tejen nuevos trazos de alegría,
promueven el reencuentro de hermanos, salpican alegría y ganas de vivir. Con
los tambores se danza y es entonces cuando la vida danza.