Es una cultura propia de nuestras raíces ancestrales, que
enmarcan parte de lo que es la música venezolana. Más allá de esto, es la construcción
de una identidad que, desde lo musical aporta parte de nuestras tradiciones contemporáneas.
Este, es Un ritmo generado por los golpes contra el agua y tocado
exclusivamente por mujeres, para producir una relación entre agua y mujer, como
entes creadores de la vida en la Tierra. Si bien estos tambores no constituyen
un instrumento hecho con material alguno, su percusión nace cuando las mujeres
luego de lavar la ropa se bañan y juegan en el río con el agua hasta sus
cinturas y batiendo las palmas de sus manos contracorriente, produciendo
ritmos diferentes para crear melodías. Esta, es una de las tantas culturas que reivindica
la dignidad de las comunidades afro descendientes venezolanas y que con ella se
permite mostrar la realidad de las comunidades negras, descendientes del
cimarronaje de la zona de Barlovento.
Es
por ello, que los tambores repican en el agua, trazan surcos fluyentes que
reconstruyen la memoria colectiva de un país, tejen nuevos trazos de alegría,
promueven el reencuentro de hermanos, salpican alegría y ganas de vivir. Con
los tambores se danza y es entonces cuando la vida danza.
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